Berliner Boersenzeitung - El mercado de carbono, ¿el nuevo El Dorado de la Amazonía brasileña?

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El mercado de carbono, ¿el nuevo El Dorado de la Amazonía brasileña?
El mercado de carbono, ¿el nuevo El Dorado de la Amazonía brasileña? / Foto: Pablo Porciúncula - AFP

El mercado de carbono, ¿el nuevo El Dorado de la Amazonía brasileña?

Con la ayuda de un tubo metálico, un operario inyecta un esqueje en la tierra en una hacienda perdida en el norte de Brasil. Da dos pasos al frente y coloca otro.

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En la Amazonía, una joven empresa de créditos de carbono con valiosos contratos con los gigantes Google y Microsoft, y apoyada por Estados Unidos, ambiciona repetir este gesto millones de veces.

El objetivo de Mombak: replicar a escala industrial la biodiversidad de la mayor selva tropical del planeta, clave para luchar contra el cambio climático y a la vez víctima de la deforestación.

El momento no podría ser más propicio, ya que Brasil abrió la puerta grande al mercado de carbono y el sector está necesitado de recuperar credibilidad tras años de escándalos y fiascos.

- Oportunidad dorada -

"Identificamos una gran oportunidad en el mercado: ayudar a las empresas a reducir sus emisiones, que es la meta global de los próximos años", afirma el cofundador de Mombak, Gabriel Silva, en la hacienda Turmalina del estado de Pará (norte), la primera que la empresa brasileña compró para reforestar.

"Y el mejor lugar para hacerlo es la Amazonía", donde desde 2015 se esfumaron 60 millones de hectáreas, subraya.

El mercado de carbono se basa en la venta de créditos a las empresas contaminantes, que a cambio financian la reforestación. En otras palabras, compensan el CO2 que emiten con el que la naturaleza absorbe gracias a la fotosíntesis.

Pero esto ha valido críticas de "greenwashing" puesto que se reprocha a estas sociedades no concentrar sus esfuerzos en reducir sus emisiones.

Hasta ahora, además, la mayoría de estos proyectos se mostraron ineficaces, principalmente porque apostaron al monocultivo, en especial de eucaliptus, lo que da lugar a bosques que con el tiempo se enferman y fragilizan.

- Simular la naturaleza -

En esta hacienda de 3.000 hectáreas, situada en la localidad de Mae do Rio, al este de la capital estatal de Belém, se plantaron tres millones de esquejes en tan solo 18 meses, reuniendo más de 120 especies nativas.

"Lo que queremos es tratar de simular la naturaleza" para erigir una selva "resiliente" que se "autogestione durante 100 años", asegura el biólogo a cargo, Severino Ribeiro.

En primer lugar, se sembraron los árboles capaces de crecer bajo el imponente sol de Amazonía y después las especies susceptibles de desarrollarse bajo su sombra. Algunos ya se elevaron varios metros, otros apenas despuntan.

Entre los nuevos seres vivos de esta antigua zona degradada hay 300.000 ejemplares de "seis especies en peligro de extinción" que figuran en la lista roja de la organización internacional UICN, como el lapacho amarillo, según Ribeiro.

- 30 millones de árboles -

La hacienda Turmalina fue la primera de nueve que Mombak compró en Pará desde 2021.

Con ellas, pretende plantar al menos 30 millones de árboles hasta 2032 en una superficie cinco veces mayor a Manhattan.

Para financiar su proyecto contó con inversores privados y entidades como el Banco Mundial.

El gobierno de Estados Unidos anunció un crédito de 37,5 millones de dólares durante la visita del presidente Joe Biden a Amazonía en noviembre.

Con Microsoft, Google y también McLaren Racing, la empresa selló contratos por una cifra fija de toneladas y un año de entrega.

En el caso de Microsoft, son 1,5 millones de toneladas de CO2 a ser retirados, uno de los mayores acuerdos de remoción en el mundo, según Mombak.

Los montos de estos contratos no fueron divulgados, pero Mombak defiende importes altos: estos proyectos necesitan "capital intensivo" por lo que solo pueden existir en un "escenario de precios elevados".

Mientras, el proyecto debe ser definitivamente validado según la nueva metodología de Verra, una de las principales certificadoras privadas de créditos de carbono, que tuvo que reforzar sus estándares para hacerlos más creíbles.

Estudios independientes mostraron que los proyectos validados por sus antiguos métodos no recuperaban nada o solo un poco de carbono, respecto a lo prometido.

- La tierra, cuestión sensible -

Aunque "prudente" ante la juventud de Mombak, la profesora Lise Vieira da Costa, del Instituto de Ciencias Jurídicas de la Universidad Federal de Pará, ve aspectos alentadores.

"El hecho de que apueste a una reforestación biodiversa es positivo porque la gran preocupación ante este tipo de proyectos hasta ahora en Amazonía era que se basaban en el monocultivo", corrobora.

"Otro punto es que adquiere la titularidad de las áreas, y eso indica una tendencia a tener menos conflictos con las comunidades".

La propiedad de la tierra es uno de los grandes desafíos en la Amazonía, puesto que existe un limbo legal del que se aprovechan agricultores, ganaderos o simples especuladores.

Esto genera conflictos con las comunidades locales, especialmente con pueblos indígenas que dependen de los recursos naturales para sobrevivir.

Y con el mercado de créditos de carbono, también hay antecedentes, con varios casos denunciados ante la justicia de Pará por apropiación indebida de tierras.

- Alerta para la población local -

"Por ahora solo trabajamos con áreas particulares de terratenientes. Por lo general llevan décadas instalados y es más fácil verificar la documentación", defiende Silva.

Sin embargo, admite el interés de Mombak en participar en la primera licitación del gobierno de Pará para reforestar una área pública degradada de más de 10.000 hectáreas en el sudeste del estado.

"Brasil no cumplirá sus metas de reducción de emisiones reduciendo solo la deforestación. Precisa restaurar áreas y hacer concesiones" de tierras, afirmó el gobernador, Helder Barbalho, que se prepara para acoger en noviembre la COP30 de la ONU en Belém.

Pero algunas voces advierten del peligro de que esta nueva política de concesión de tierras cause un detrimento mayor a las poblaciones locales.

"Lo que sería justo es que los recursos para reforestación se destinaran a los pueblos de Amazonía. Ellos tienen el conocimiento para hacerlo y necesitan apoyo", defiende el especialista en Ciencias Forestales Carlos Augusto Pantoja.

"Si el capital es el gran responsable de la crisis climática, difícilmente será éste quien la resuelva", sostiene.

(A.Berg--BBZ)