Berliner Boersenzeitung - Pensiones: Francia en crisis

EUR -
AED 4.273828
AFN 76.946995
ALL 96.491232
AMD 444.134431
ANG 2.083153
AOA 1067.146829
ARS 1669.165843
AUD 1.753237
AWG 2.097636
AZN 1.980966
BAM 1.9542
BBD 2.34459
BDT 142.303481
BGN 1.954566
BHD 0.438663
BIF 3438.684375
BMD 1.163737
BND 1.509564
BOB 8.07239
BRL 6.332591
BSD 1.164052
BTN 104.781754
BWP 15.48632
BYN 3.366558
BYR 22809.247589
BZD 2.341193
CAD 1.611002
CDF 2597.461852
CHF 0.938967
CLF 0.027397
CLP 1074.688206
CNY 8.229598
CNH 8.221413
COP 4447.80328
CRC 568.434561
CUC 1.163737
CUP 30.839034
CVE 110.174788
CZK 24.257403
DJF 207.291159
DKK 7.46876
DOP 74.628893
DZD 151.41341
EGP 55.400056
ERN 17.456057
ETB 180.95763
FJD 2.643781
FKP 0.87373
GBP 0.87338
GEL 3.136251
GGP 0.87373
GHS 13.299111
GIP 0.87373
GMD 85.537756
GNF 10118.714708
GTQ 8.916661
GYD 243.540587
HKD 9.055463
HNL 30.571605
HRK 7.530577
HTG 152.415201
HUF 383.601503
IDR 19404.501891
ILS 3.742474
IMP 0.87373
INR 104.576386
IQD 1524.49563
IRR 49022.425894
ISK 148.807021
JEP 0.87373
JMD 186.617196
JOD 0.82508
JPY 181.824033
KES 150.485225
KGS 101.768923
KHR 4660.204207
KMF 493.424592
KPW 1047.359423
KRW 1708.226172
KWD 0.357314
KYD 0.97011
KZT 594.835499
LAK 25245.437282
LBP 104251.419271
LKR 359.207421
LRD 205.460884
LSL 19.7664
LTL 3.436213
LVL 0.703933
LYD 6.325848
MAD 10.779115
MDL 19.736924
MGA 5190.749769
MKD 61.589834
MMK 2443.901221
MNT 4128.103718
MOP 9.328901
MRU 46.314848
MUR 53.706166
MVR 17.933213
MWK 2020.825772
MXN 21.246756
MYR 4.788781
MZN 74.352829
NAD 19.7664
NGN 1689.851376
NIO 42.834926
NOK 11.769391
NPR 167.651725
NZD 2.011246
OMR 0.447445
PAB 1.164047
PEN 3.913647
PGK 4.94344
PHP 69.1283
PKR 326.550721
PLN 4.230429
PYG 8005.479439
QAR 4.237133
RON 5.089607
RSD 117.46734
RUB 89.484061
RWF 1693.713173
SAR 4.367043
SBD 9.570368
SCR 15.816466
SDG 699.987654
SEK 10.890898
SGD 1.509012
SHP 0.873104
SLE 27.812442
SLL 24402.983412
SOS 665.07241
SRD 44.988861
STD 24087.008847
STN 24.479956
SVC 10.185704
SYP 12867.393715
SZL 19.760905
THB 37.063279
TJS 10.680309
TMT 4.07308
TND 3.419286
TOP 2.802
TRY 49.551804
TTD 7.886576
TWD 36.243197
TZS 2851.155387
UAH 49.074318
UGX 4118.627632
USD 1.163737
UYU 45.472571
UZS 13957.631338
VES 299.785895
VND 30690.657246
VUV 141.561956
WST 3.241599
XAF 655.420336
XAG 0.019846
XAU 0.000277
XCD 3.145057
XCG 2.097991
XDR 0.815133
XOF 655.42315
XPF 119.331742
YER 277.609268
ZAR 19.840484
ZMK 10475.032648
ZMW 26.919074
ZWL 374.722878

Pensiones: Francia en crisis




El gobierno francés ha entrado de lleno en una crisis política y económica provocada por su sistema de pensiones. En octubre de 2025 el nuevo primer ministro, Sébastien Lecornu, anunció en la Asamblea Nacional la suspensión temporal de la reforma de 2023 que elevaba gradualmente la edad legal de jubilación de 62 a 64 años y aumentaba el periodo de cotización hasta 43 años en 2027. El objetivo de Lecornu era salvar su mayoría y evitar nuevas mociones de censura, pero el precio de ese aplazamiento es alto: el gobierno calcula que la suspensión costará 400 millones de euros en 2026 y 1 800 millones de euros en 2027, un agujero adicional que la coalición pretende cubrir con nuevos impuestos a las grandes fortunas y a los beneficios empresariales.

La reforma era la pieza central de la agenda de modernización del expresidente Emmanuel Macron. Fue aprobada en marzo de 2023 mediante el controvertido artículo 49.3 de la Constitución, que permite adoptar leyes sin votación parlamentaria, tras semanas de paros y manifestaciones masivas que paralizaron servicios públicos y colapsaron el transporte. La modificación retrasaba la edad de jubilación, al tiempo que buscaba reforzar las pensiones más bajas. Dos años después, la renuncia del ejecutivo a aplicar la reforma hasta después de las elecciones presidenciales de 2027 revela la magnitud de las presiones políticas: ni la derecha nacionalista ni los partidos de izquierda aceptan elevar la edad de retiro, y los socialistas condicionaron su apoyo al gobierno a aplazar la medida.

El sistema francés se basa en el principio de reparto: las cotizaciones de los trabajadores y los empleadores financian directamente las pensiones de los jubilados actuales. Esta solidaridad intergeneracional funciona sólo si el número de cotizantes y sus salarios bastan para cubrir las prestaciones. Francia gasta alrededor del 14 % de su producto interior bruto en pensiones, casi cuatro puntos más que Alemania y por encima de la media de la Unión Europea. Esta generosidad ha permitido que la pobreza entre los mayores se sitúe en torno al 3,6 %, frente a una media de 12,5 % en la OCDE, y que el pensionista medio cobre 1 626 euros brutos al mes, una cantidad que mantiene su nivel de vida cerca del de las personas en activo. Los jubilados franceses pasan en torno a 23,3 años retirados, la cifra más alta de los países desarrollados, gracias a una esperanza de vida que alcanza los 83,6 años. Mujeres y hombres disfrutan de largas jubilaciones y de pensiones que reemplazan una porción mayor de su salario previo que en la mayoría de los países europeos.

La contrapartida es que el Estado asume un peso creciente. El gasto público total roza el 57 % del PIB, el más alto del mundo desarrollado, y la deuda pública equivale al 113 % del PIB. Desde 1980 el país no logra un superávit presupuestario. La situación se ha deteriorado con una combinación de crecimiento lento, envejecimiento y demandas sociales elevadas. Para financiar el sistema, además de las cotizaciones, se recurre cada vez más a impuestos y transferencias, lo que desplaza recursos de otros servicios públicos. Algunos economistas señalan que las pensiones consumen más recursos que la educación primaria y secundaria juntas, y alertan de que la generación “baby boomer” se jubila en masa mientras la natalidad se estanca.

En febrero de 2025, la Cour des Comptes —el tribunal de cuentas francés— entregó al gobierno un informe demoledor. En él advierte de que el sistema tuvo en 2023 un pequeño superávit de 8 500 millones de euros gracias al efecto temporal de la inflación, pero que este equilibrio se revertirá rápidamente. La institución calcula que el déficit alcanzará 6 600 millones de euros en 2025 y se mantendrá en torno a ese nivel hasta 2030, cuando se haya implementado por completo la reforma de 2023. Después, el agujero crecerá a 15 000 millones en 2035 y casi 30 000 millones de euros en 2045 conforme aumente el número de pensionistas y el importe medio de sus prestaciones. Si no se adoptan nuevas medidas, la acumulación de déficits podría añadir 470 000 millones de euros a la deuda pública de aquí a 2045.

El informe subraya, además, que el sistema está fragmentado en múltiples regímenes con situaciones dispares. El régimen general y el de los trabajadores agrícolas concentran el 42 % de las pensiones y se encuentran financieramente frágiles. Las cajas de los funcionarios de ayuntamientos y hospitales ya tenían un déficit de 2 500 millones en 2023 debido al rápido deterioro de su ratio de cotizantes por jubilado. En contraste, algunos regímenes complementarios gestionados por los interlocutores sociales presentaban un superávit cercano a 9 900 millones, pero no compensan el desequilibrio global. La Cour des Comptes recuerda que el Estado contribuye con cerca de 45 000 millones de euros al año para financiar las jubilaciones de sus propios funcionarios, y que esa aportación no puede reducirse sin una reforma estructural.

Los auditores descartan la existencia de un “déficit oculto” porque cualquier desequilibrio acaba siendo absorbido por las cuentas públicas. Señalan que elevar la edad legal de jubilación a 65 años aportaría unos 17 700 millones de euros adicionales y tendría el mayor impacto positivo en el equilibrio financiero. También hacen hincapié en que mejoras moderadas de productividad o una bajada del desempleo no bastarían para cerrar la brecha; incluso con un crecimiento del 1 % de la productividad o una reducción del paro al 5 %, el déficit seguiría aumentando.

La raíz del problema es demográfica. A principios de siglo había 2,1 trabajadores por cada jubilado. En 2020 la ratio se redujo a 1,7 y se espera que caiga hasta 1,2 en 2070 debido al envejecimiento de la población y a la menor tasa de fecundidad, que se situó en 1,79 hijos por mujer en 2023. Francia cuenta actualmente con unos 17 millones de pensionistas y las proyecciones apuntan a que serán 23 millones en 2050. La combinación de vidas laborales relativamente cortas y jubilaciones largas crea tensiones en la solidaridad entre generaciones: las generaciones anteriores cotizaron menos y votaron para reducir la edad de retiro, pero ahora reciben pensiones mayores que el salario medio. Mientras tanto, el 16 % de los jóvenes de 18 a 29 años vive por debajo del umbral de pobreza y tiene dificultades para acceder a la vivienda, lo que alimenta el descontento social.

El aumento de la edad legal no garantiza que todos trabajen más tiempo. En Francia es posible jubilarse con una pensión completa a los 67 años aunque no se haya alcanzado el periodo de cotización requerido, y muchos se retiran antes gracias a regímenes especiales. La edad efectiva de jubilación es de 60,7 años, muy por debajo de la media de la OCDE (64,4), lo que acorta la etapa contributiva y amplía la carga sobre los activos. Además, la generosidad de las prestaciones y la protección de ciertos colectivos dificultan reformas profundas sin provocar un estallido social.

La cuestión de las pensiones se ha convertido en el epicentro de la crisis política francesa. Los intentos de reforma han sido recibidos con huelgas, protestas y enfrentamientos con la policía. Encuestas recientes muestran que dos tercios de la población apoya las manifestaciones y que la mayoría considera injustificado subir la edad de retiro. Los partidos de extrema derecha y de izquierda utilizan el tema para atacar al gobierno. La líder nacionalista Marine Le Pen ha prometido revertir la reforma si llega al poder, mientras que los socialistas exigen un impuesto del 2 % sobre fortunas superiores a 100 millones de euros. Sin embargo, los cálculos muestran que esa medida recaudaría unos 20 000 millones al año, apenas un pequeño alivio frente a un gasto anual en pensiones de alrededor de 388 000 millones de euros.

El propio Lecornu ha reconocido que el déficit público del país se sitúa en torno al 5,5 % del PIB, muy por encima del límite del 3 % fijado por la Unión Europea, y que la deuda podría llegar al 120 % del PIB en 2027 si no se corrige la trayectoria. Las agencias de calificación han degradado recientemente la nota soberana francesa y advierten de que el aumento de los tipos de interés encarecerá el servicio de la deuda, que se prevé consuma el 3 % del PIB en intereses hacia 2029. La suspensión de la reforma de las pensiones no sólo agrava el desequilibrio presupuestario sino que envía una señal de falta de voluntad para abordar reformas impopulares.

El debate sobre las pensiones en Francia gira en torno a una disyuntiva: reducir la generosidad de las prestaciones o aumentar la edad de jubilación y las cotizaciones. Mantener el statu quo conduciría a un endeudamiento explosivo que comprometería la capacidad del Estado para financiar educación, sanidad e infraestructuras. Por otro lado, los recortes inmediatos podrían erosionar la cohesión social y dar alas a los movimientos populistas. Algunos economistas proponen combinar varias medidas: indexar las pensiones por debajo de la inflación durante un periodo limitado, alargar gradualmente la vida laboral en función de la esperanza de vida y fomentar planes de ahorro complementarios. La Cour des Comptes recuerda que el aumento de la productividad no compensará por sí solo el envejecimiento y que la única manera de garantizar la sostenibilidad a largo plazo es trabajar más tiempo o cotizar más. Sea cual sea la solución, el caso francés se ha convertido en un aviso para Europa: incluso países con altas tasas de fertilidad y economías desarrolladas no pueden eludir las leyes de la demografía y las matemáticas financieras.