Berliner Boersenzeitung - España y la ola Migratoria

EUR -
AED 4.313468
AFN 77.598705
ALL 96.698386
AMD 447.792527
ANG 2.102883
AOA 1077.044807
ARS 1692.205144
AUD 1.764354
AWG 2.114155
AZN 2.001365
BAM 1.955767
BBD 2.361861
BDT 143.307608
BGN 1.955767
BHD 0.442093
BIF 3466.042156
BMD 1.17453
BND 1.514475
BOB 8.102865
BRL 6.365607
BSD 1.17268
BTN 106.04923
BWP 15.537741
BYN 3.457042
BYR 23020.795811
BZD 2.358461
CAD 1.618445
CDF 2630.948518
CHF 0.934916
CLF 0.027253
CLP 1069.11676
CNY 8.28573
CNH 8.284609
COP 4466.125466
CRC 586.590211
CUC 1.17453
CUP 31.125056
CVE 110.26316
CZK 24.276491
DJF 208.826515
DKK 7.472132
DOP 74.548756
DZD 152.289758
EGP 55.571073
ERN 17.617956
ETB 183.229742
FJD 2.668303
FKP 0.879936
GBP 0.878351
GEL 3.175767
GGP 0.879936
GHS 13.461775
GIP 0.879936
GMD 85.741137
GNF 10198.829794
GTQ 8.98185
GYD 245.335906
HKD 9.138141
HNL 30.873485
HRK 7.537789
HTG 153.707435
HUF 385.234681
IDR 19536.845016
ILS 3.785271
IMP 0.879936
INR 106.394254
IQD 1536.174363
IRR 49474.161194
ISK 148.465122
JEP 0.879936
JMD 187.756867
JOD 0.832789
JPY 182.950774
KES 151.217476
KGS 102.713135
KHR 4694.921647
KMF 492.719958
KPW 1057.060817
KRW 1732.32708
KWD 0.360233
KYD 0.977284
KZT 611.589793
LAK 25422.575728
LBP 105012.44747
LKR 362.353953
LRD 206.976546
LSL 19.78457
LTL 3.468083
LVL 0.710462
LYD 6.369894
MAD 10.78842
MDL 19.823669
MGA 5194.913303
MKD 61.548973
MMK 2466.385496
MNT 4167.553805
MOP 9.403343
MRU 46.930217
MUR 53.93488
MVR 18.092159
MWK 2033.466064
MXN 21.157878
MYR 4.812408
MZN 75.064681
NAD 19.78457
NGN 1706.088063
NIO 43.15928
NOK 11.906572
NPR 169.679168
NZD 2.023657
OMR 0.451612
PAB 1.17268
PEN 3.948134
PGK 5.054916
PHP 69.43241
PKR 328.640215
PLN 4.225315
PYG 7876.868545
QAR 4.273829
RON 5.092651
RSD 117.378041
RUB 93.579038
RWF 1706.771516
SAR 4.407079
SBD 9.603843
SCR 17.649713
SDG 706.484352
SEK 10.887784
SGD 1.517615
SHP 0.881202
SLE 28.335591
SLL 24629.319496
SOS 668.988835
SRD 45.275842
STD 24310.407882
STN 24.499591
SVC 10.260829
SYP 12986.886804
SZL 19.77767
THB 37.109332
TJS 10.77682
TMT 4.122602
TND 3.428143
TOP 2.827988
TRY 50.011936
TTD 7.957867
TWD 36.804032
TZS 2902.351563
UAH 49.548473
UGX 4167.930442
USD 1.17453
UYU 46.019232
UZS 14127.764225
VES 314.116117
VND 30897.196663
VUV 142.580188
WST 3.259869
XAF 655.946053
XAG 0.018954
XAU 0.000273
XCD 3.174228
XCG 2.113465
XDR 0.815786
XOF 655.946053
XPF 119.331742
YER 280.129715
ZAR 19.820741
ZMK 10572.187233
ZMW 27.059548
ZWL 378.198309

España y la ola Migratoria




España vive desde hace años un flujo migratorio intenso que impacta en sus costas, sus fronteras terrestres y su estructura demográfica. Este fenómeno no es nuevo, pero los datos recientes muestran un mosaico de tendencias: un descenso global de las llegadas irregulares en 2025, un aumento de entradas en rutas concretas, un número creciente de personas nacidas en el extranjero y un debate político cada vez más intenso. Este artículo analiza las cifras oficiales, los principales sucesos de 2024 y 2025, las tragedias humanas en el Atlántico y el Mediterráneo, el impacto demográfico y las respuestas políticas en España y en el marco europeo.

Entradas irregulares: descenso general y rutas en auge
Tras un año 2024 marcado por niveles récord de llegadas irregulares a la península (63 970 entradas, frente a 52 852 en 2023), 2025 ha registrado un descenso global. Hasta el 15 de agosto de 2025, el número de migrantes que alcanzaron España de forma irregular cayó un 29,3 % respecto al mismo periodo de 2024. El informe quincenal del Ministerio del Interior divulgado en noviembre de 2025 cifraba en 30 263 los migrantes llegados de forma irregular hasta el 31 de octubre, un 35,8 % menos que en los diez primeros meses de 2024. Esta reducción se debe en gran medida a la caída de las entradas por la ruta canaria, que tras el pico de 2024 ha descendido un 58,6 %: 14 099 personas llegaron a las islas hasta octubre, frente a 34 087 en el mismo periodo de 2024.

Sin embargo, la presión migratoria no desaparece, sino que se desplaza. En las Islas Baleares, las llegadas se dispararon. Hasta mediados de agosto se habían registrado 4 323 migrantes y 230 pateras, un aumento del 77 %. La tendencia continuó en otoño: a 31 de octubre, 6 280 personas habían arribado a Baleares por mar, un 66 % más que en 2024, y el Ministerio de Interior destacaba que las 342 embarcaciones interceptadas superaban en más de un centenar a las del año anterior. Las llegadas marítimas a la península también aumentaron un 20 % en 2025 (6 593 personas). Las entradas por tierra en Ceuta y Melilla también crecieron: 1 887 personas hasta agosto (un 14,9 % más) y 3 262 personas hasta octubre (un 41,3 % más). El flujo terrestre a Melilla se disparó un 336 %, de 38 a 166 personas.

Estas cifras matizan el discurso de que la crisis está controlada. El notable descenso en Canarias coincide con una “hibernación” de la ruta, pero la presión se traslada a Baleares y a las fronteras terrestres. Las autoridades también destacan que el número de embarcaciones interceptadas sigue siendo alto: 1 066 barcos en todo el país hasta octubre, 298 menos que en 2024 pero todavía una cifra considerable.

2024: un año récord de llegadas y de muertes
Los datos de 2024 ayudan a contextualizar la situación actual. A finales de ese año habían llegado a la península 63 970 migrantes irregulares. La inmensa mayoría, 61 323 personas, lo hicieron por mar. Las entradas por tierra crecieron un 114,5 % hasta sumar 2 647. Ese mismo año se registraron 10 457 muertes o desapariciones en rutas hacia España, según la organización Caminando Fronteras, lo que supone una media de casi 30 personas al día y un incremento del 58 % respecto al año anterior. La cifra de fallecidos de 2024 muestra que, aunque las llegadas descienden en 2025, los riesgos persisten.

Tragedias recientes en el Atlántico y el Estrecho
El verano de 2025 volvió a evidenciar la letalidad de las rutas. En julio, más de 80 personas —incluidos al menos 50 menores de origen marroquí y palestino— se lanzaron al mar para alcanzar a nado la ciudad de Ceuta. Fueron rescatados 54 menores y unos 30 adultos por unidades marítimas españolas. Algunas personas lograron eludir el control y se dispersaron por la ciudad, lo que llevó a las autoridades locales a pedir apoyo al Gobierno central. Los intentos a nado son cada vez más frecuentes cuando las pateras disminuyen y reflejan la desesperación de muchos jóvenes.

Un mes después, el 29 de agosto de 2025, se produjo una tragedia en la ruta atlántica: una embarcación que había salido de Gambia con destino a las Islas Canarias naufragó frente a las costas de Mauritania. La Guardia Costera mauritana recuperó 70 cadáveres y rescató a 17 supervivientes, mientras continuaban las labores de búsqueda. La barca llevaba más de cien personas, la mayoría procedentes de Gambia, Zambia y Senegal. Esta tragedia subraya la peligrosidad de la ruta canaria, por la que en 2024 llegaron 46 843 personas y 9 757 murieron en la travesía, según datos oficiales citados por organizaciones humanitarias.

La ruta atlántica hacia Canarias es actualmente la más mortífera del mundo. Desde el 1 de enero de 2018 hasta el 1 de junio de 2024 se han contabilizado 18 680 personas muertas o desaparecidas en esta ruta. En los últimos cinco años, las llegadas han crecido de forma exponencial: 120 905 supervivientes llegaron a las islas entre 2020 y principios de julio de 2024. Los expertos señalan que el cierre de otras rutas mediterráneas y la mayor vigilancia en el Estrecho han desplazado el flujo hacia el Atlántico, donde las distancias son mayores y las embarcaciones más precarias.

Impacto demográfico: España bate récords de población gracias a la inmigración
A pesar del descenso en las llegadas irregulares, España sigue incrementando su población gracias a la inmigración legal y a los procesos de nacionalización. Según la Estadística Continua de Población (ECP) del Instituto Nacional de Estadística, la población del país aumentó en 105 488 personas en el tercer trimestre de 2025 y alcanzó un máximo histórico de 49 442 844 habitantes. El crecimiento anual estimado es de 474 454 personas.

Este aumento se debe, en gran medida, a las personas nacidas en el extranjero. A 1 de octubre de 2025 había 9 825 266 residentes nacidos fuera de España. El número de extranjeros aumentó en 78 937 personas durante el trimestre, hasta 7 132 324. En cambio, el número de personas nacidas en España disminuyó en 9 901. Estas cifras implican que la inmigración contribuye no solo a compensar el déficit de nacimientos, sino a impulsar el crecimiento demográfico. Las principales nacionalidades de los inmigrantes en el último trimestre de 2024 fueron Colombia (43 400), Venezuela (30 500), Marruecos (27 700), Honduras (19 700) y China (18 800).

Entre 2013 y 2023 se produjeron 1 645 261 naturalizaciones en España, con un crecimiento notable entre los colectivos marroquí, venezolano y colombiano. Los datos del Servicio Jesuita a Migrantes muestran que a 1 de enero de 2024 había 9 341 782 personas de origen inmigrado, lo que representaba el 19,21 % de la población. Las Islas Baleares, Canarias, Cataluña, Madrid y la Comunidad Valenciana figuran entre las regiones con mayor proporción de población nacida en el extranjero.

Este incremento demográfico tiene consecuencias en el mercado laboral, el sistema de pensiones y el equilibrio territorial. En algunos territorios con fuerte dinamismo económico, como la Comunitat Valenciana, Madrid y Cataluña, la población extranjera creció en 2024 más de un 0,3 % trimestral. La UGT subraya que, sin la aportación migrante, la población española habría disminuido en 20 505 personas en ese mismo periodo.

Debate político y respuestas institucionales
El fenómeno migratorio se ha situado en el centro del debate político español. El Barómetro del CIS de septiembre de 2025 situaba la inmigración como la segunda preocupación de los ciudadanos, solo por detrás de la vivienda. Esta percepción ha llevado a distintos partidos a presentar propuestas. Un plan elaborado por el principal partido de la oposición propone un sistema de visados por puntos que vincularía la entrada de extranjeros a sectores con escasez de mano de obra y priorizaría a personas procedentes de países “culturalmente próximos”. La propuesta endurece las regularizaciones y condiciona el acceso a prestaciones públicas a la búsqueda activa de empleo. Incluye expulsiones de inmigrantes con delitos graves y un refuerzo del control fronterizo.

Mientras tanto, en el Congreso se tramita una Iniciativa Legislativa Popular para regularizar a cientos de miles de personas sin papeles. Tras superar la toma en consideración en abril de 2024, su avance se ha estancado. El Gobierno estudia un borrador alternativo que permitiría regularizar a quienes hayan llegado antes de 2025. Algunos grupos parlamentarios reclaman al Ejecutivo que apruebe la regularización por decreto debido a la falta de apoyos.

Uno de los puntos más sensibles es el reparto de los menores no acompañados. El Ejecutivo ha puesto en marcha un mecanismo para trasladar a estos menores desde territorios saturados —Canarias, Ceuta y Melilla— a otras comunidades. El decreto fija una ratio de 32,6 plazas por cada 100 000 habitantes y contempla reubicar a unos 3 000 menores en un año. Algunas comunidades se resisten y otras, como Cataluña y el País Vasco, han quedado exentas de la obligatoriedad de los traslados. El Gobierno también ha asignado 22 millones de euros para financiar la acogida. La ministra de Inclusión y Migraciones, en un balance de 2024, insistió en que la solidaridad no debe ser un eslogan, sino una práctica que inspire a las comunidades autónomas.

En paralelo, España participa en la reforma europea de migración y asilo. El Consejo de la UE adoptó el Pacto sobre Migración y Asilo el 14 de mayo de 2024. La reforma pretende aliviar la carga de los países con más llegadas, crear procedimientos uniformes de registro y procesamiento de solicitudes y asegurar un reparto equitativo de responsabilidades. España impulsa una aplicación temprana del pacto y observa con cautela algunas propuestas europeas, como la creación de centros de deportación en terceros países y el aumento de los retornos. La Comisión Europea prevé presentar en 2025 una directiva de retornos para aumentar la eficacia de las expulsiones. La idea de instalar centros de deportación en Albania ha ganado apoyos entre varios Estados miembros, aunque genera rechazo en España y se encuentra paralizada por cuestiones legales.

Respuestas sociales y humanitarias
La gestión del flujo migratorio no recae únicamente en el Gobierno central. Organizaciones humanitarias, comunidades autónomas y ayuntamientos participan en la acogida. La ministra Elma Saiz subrayaba que en 2024 se garantizó diariamente a todas las personas atención humanitaria —cama, formación y apoyo emocional— gracias al trabajo del personal público y de las ONG. Sin embargo, la capacidad de los centros se ha visto desbordada en algunos momentos, especialmente en las islas y en Ceuta y Melilla. Además, los discursos de odio y la desinformación han crecido, obligando a las instituciones a reforzar sus mecanismos de vigilancia y a promover campañas antirracistas.

En varias provincias, asociaciones y colectivos han exigido rutas seguras, visados humanitarios y políticas de integración que eviten el exilio clandestino. La organización Caminando Fronteras recuerda que miles de cuerpos nunca son recuperados y denuncia la falta de mecanismos de búsqueda y repatriación. La sociedad civil también ha impulsado iniciativas para facilitar el empadronamiento, el acceso a la sanidad y la regularización extraordinaria de personas que llevan años residiendo en España.

Conclusión
Las llegadas irregulares a España se han reducido en 2025, pero continúan desbordando determinadas rutas y provocando tragedias. Al mismo tiempo, la inmigración, en sus múltiples formas, se ha consolidado como el motor del crecimiento demográfico y como un elemento estructural del mercado laboral y del sistema de bienestar. El país afronta el reto de gestionar esta realidad con políticas que combinen control fronterizo, respeto a los derechos humanos, solidaridad entre territorios y oportunidades de integración. La “bomba” migratoria no es un fenómeno incontrolable, sino un desafío complejo que exige datos veraces, cooperación internacional y un enfoque equilibrado entre seguridad y humanidad.