En los huesos y sin visitas, la agonía de los presos en Ecuador
"Se están muriendo", grita un hombre con megáfono en las afueras de una cárcel de Ecuador. La desesperación consume a familiares de decenas de presos que mueren a cuchilladas o de tuberculosis en un sistema en crisis, militarizado y sin visitas.
En el marco de una política de mano implacable contra el crimen, el gobierno de Daniel Noboa reforzó la seguridad en las penitenciarías con soldados y duras restricciones. Pero Human Rights Watch denuncia un "sistema fallido" donde las muertes de presos aumentaron 137% entre 2024 y 2025.
En la denominada Penitenciaría del Litoral de Guayaquil, superpoblada y con aguas negras que rebozan las alcantarillas, unos 600 reclusos fallecieron en lo que va del año por falta de atención médica a enfermedades, según el Comité Permanente de Derechos Humanos (CDH) local.
"Cuando llegué a la morgue encontré a mi hijo encima de más de cinco cadáveres. Mi hijo era el único que estaba flaquititito (...), en puro huesito. Todo su cuerpo lo tenía lleno de golpes", dice a la AFP Benigna Domínguez, de 57 años, desde su humilde casa en una barriada local.
Su hijo Santiago Hidalgo, de 29 años y detenido en 2024, murió de tuberculosis este año. Nunca pudo verlo en los siete meses que estuvo recluido sin sentencia por microtráfico.
A los decesos por enfermedades se suman las matanzas a machete, puñaladas y balas por choques frecuentes entre bandas rivales, que dejan al menos 663 reclusos fallecidos en "hechos violentos" desde 2020 en el sistema penitenciario ecuatoriano, de acuerdo con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Ana María Pin recuerda la última llamada que tuvo con su hijo: "Mami, ayúdame que me estoy muriendo. (...) ¡Sácame de aquí que esto es un infierno!", dice con una foto de su hijo que aún sobrevive raquítico, con tuberculosis y tendido en el suelo. Diez presos fallecieron por esta enfermedad en noviembre en "la Peni".
La AFP consultó a la autoridad carcelaria para esta nota, pero no obtuvo respuestas.
- "Como un perro" -
Noboa puso en el centro de su política anticrimen a las prisiones. Construyó una megacárcel al estilo de su par salvadoreño Nayib Bukele, donde recientemente trasladó a los presos más peligrosos.
De rodillas, uniformes naranjas y cabezas rapadas, las fotografías de reclusos desfilaron en sus redes sociales: "Ya empezarán con la quejadera", dijo el gobernante en uno de los mensajes.
Organizaciones de derechos humanos cuestionan que la represión no se ha traducido en menos violencia. Ecuador cerrará el año con la mayor tasa de homicidios de Latinoamérica: 52 por cada 100.000 habitantes, según el Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado.
Durante una protesta de familiares, un camión de medicina forense ingresa a la cárcel acordonada con alambres de púas.
Una madre se desmaya y Elizabeth, otra mujer que observa la escena, llora aferrada a un poste por la muerte de su hermano por tuberculosis: "Desde ayer está tirado como un perro en un pabellón y no lo sacan".
Los celulares están prohibidos, pero por 20 dólares los allegados se las ingenian para hablar con los reos por WhatsApp. Los convictos relatan crueles condiciones de reclusión.
Debido a la tuberculosis, de fácil contagio, los enfermos permanecen sobre camas a la intemperie con sondas conectadas al tórax para poder respirar, mientras los cadáveres se apilan en las esquinas, según cuentan.
Ana Morales, una peluquera convertida en activista, denuncia que los militares restringen la alimentación y el agua de los reos y los golpean con fusiles.
"Es una forma de castigo y también lo sufren los familiares", dice Morales, cuyo hijo murió en un motín carcelario en 2021.
- "Los queremos vivos" -
En enero de 2024, Noboa ordenó que militares controlaran 19 prisiones consideradas centros de operaciones para el envío de cocaína a Estados Unidos y Europa.
Los soldados ya salieron de ocho, pero permanecen en las de mayor peligrosidad.
Para evitar el ingreso de armas y drogas, hace más de un año se suspendieron las visitas familiares.
"Se está configurando un delito de lesa humanidad contra los presos", dice Billy Navarrete, del CDH.
Las cárceles de Ecuador tienen capacidad para 26.800 personas, pero hay más de 35.000, según cifras oficiales de septiembre. Del total de presos, un 30% no tiene sentencia y la gran mayoría está detenido por narcotráfico.
"Es duro, uno ve que no les importa nada, quieren que se mueran", lamenta una mujer, cuyo hermano contrajo tuberculosis.
"Permítannos que entre la medicina. Queremos abrazar a nuestros hijos, los queremos vivos", suplica Kathy Romero, quien acude cada semana a la cárcel con la esperanza de ingresar una sábana o comida.
Les arrojan la comida al piso "para que coman como perros", denuncia de su lado un comerciante que evita dar su nombre para proteger la vida de su hijo detenido.
(A.Berg--BBZ)